
Gastroparesia y dismotilidad funcional: Cuando el estómago no responde
Por: Anabelle Germosén
Imagina sentirte lleno apenas comienzas a comer, con náuseas constantes y ese malestar que parece no tener fin. Para muchas personas que sufren gastroparesia o dismotilidad funcional, esta realidad limita su día a día y su disfrute de una simple comida, afectando no solo su cuerpo, sino también su ánimo y calidad de vida. Estas afecciones digestivas, aunque poco conocidas, generan una gran carga de síntomas que a menudo pasan desapercibidos o son confundidos con otros problemas. En este artículo, te invitamos a conocer qué son estas enfermedades, cómo se diagnostican y qué opciones existen para aliviar sus síntomas, con la esperanza de ofrecer información valiosa para quienes enfrentan este desafío.
La digestión es un proceso complejo que depende del movimiento coordinado del sistema digestivo. Sin embargo, en algunas personas, ese movimiento se vuelve lento o desorganizado, provocando una serie de problemas. Es aquí donde entran en juego la gastroparesia y la dismotilidad funcional.
La gastroparesia es una condición en la que el estómago se vacía más lentamente de lo normal, sin que exista una obstrucción física. Esto puede causar que los alimentos permanezcan en el estómago por más tiempo del necesario, generando síntomas como náuseas, sensación de plenitud temprana, vómitos y malestar abdominal (Camilleri et al., 2023).
Por otro lado, la dismotilidad funcional se refiere a un trastorno del movimiento gastrointestinal que puede afectar diferentes partes del sistema digestivo, no solo el estómago. En este caso, aunque las pruebas no revelan alteraciones estructurales evidentes, el funcionamiento se ve comprometido. Es decir, los músculos del tubo digestivo no se contraen de manera adecuada, lo que puede dificultar el tránsito de los alimentos y producir molestias digestivas persistentes (Norton et al., 2023).
Ambas condiciones comparten síntomas similares y pueden confundirse con otras enfermedades, pero se diferencian en la zona afectada y en los mecanismos específicos del trastorno. Lo importante es que, aunque no siempre se vean en estudios convencionales, los síntomas son reales y tienen un fuerte impacto en la vida de quien los padece.
Más que molestias digestivas: síntomas persistentes y su impacto en la vida diaria
Vivir con gastroparesia o dismotilidad funcional va mucho más allá de tener una “mala digestión”. Las personas afectadas suelen lidiar con síntomas que, aunque invisibles para quienes las rodean, se vuelven constantes y limitantes. Náuseas persistentes, sensación de llenura con solo unas cucharadas de comida, dolor abdominal, distensión, reflujo y vómitos son solo algunos de los signos que acompañan a estas condiciones.
Estos malestares interfieren directamente con la alimentación, dificultando el consumo de nutrientes esenciales y provocando pérdida de peso o desnutrición en algunos casos. Además del efecto físico, los síntomas generan un desgaste emocional que muchas veces es ignorado. La ansiedad ante cada comida, la frustración de no poder disfrutar de un plato favorito, o el temor constante a presentar malestar en público, pueden llevar a sentimientos de aislamiento, tristeza o incluso depresión (Norton et al., 2023).
Lamentablemente, la falta de reconocimiento o comprensión social y médica agrava el problema. Al tratarse de enfermedades funcionales, donde no siempre se detectan daños visibles en exámenes tradicionales, es común que las personas se sientan incomprendidas o desatendidas por su entorno. Por eso, dar visibilidad a esta carga sintomática es un paso clave para fomentar una atención más humana, empática y efectiva.
El reto del diagnóstico
Recibir un diagnóstico claro de gastroparesia o dismotilidad funcional puede ser un proceso largo y frustrante. Al tratarse de trastornos funcionales, muchas veces los estudios tradicionales no muestran anomalías evidentes, lo que lleva a confusión o incluso a la duda sobre la veracidad de los síntomas.
¿Cómo se diagnostica la gastroparesia?
Uno de los métodos más comunes para confirmar la gastroparesia es la gamagrafía de vaciamiento gástrico. En este estudio, la persona ingiere una comida especial con una sustancia ligeramente radiactiva que permite ver cuánto tarda el estómago en vaciarse. Si el vaciamiento es más lento de lo normal, se confirma el diagnóstico (Camilleri et al., 2023).
También pueden utilizarse pruebas como la cápsula de motilidad inalámbrica, que mide el tiempo que tarda el alimento en recorrer todo el tracto digestivo.
¿Cómo se detecta la dismotilidad funcional?
La dismotilidad funcional puede afectar distintas partes del sistema digestivo. Para estudiarla, se utilizan pruebas como:
- Manometría antroduodenal: mide las contracciones musculares del estómago y el intestino delgado.
- Tránsito intestinal con marcadores: observa el tiempo que tarda el contenido en moverse por los intestinos.
- Electrogastrografía: evalúa la actividad eléctrica del estómago.
Además de las pruebas, es esencial que el médico escuche y valore los síntomas que la persona describe. Muchos diagnósticos funcionales se realizan a partir de criterios clínicos, como los Criterios de Roma IV, que agrupan los trastornos digestivos funcionales según la frecuencia e intensidad de los síntomas (Norton et al., 2023). Un diagnóstico certero requiere una mirada atenta, sensible y actualizada, que combine la tecnología con la escucha empática.
Opciones terapéuticas
Aunque no existe una cura definitiva para la gastroparesia ni la dismotilidad funcional, sí hay formas de manejar los síntomas y mejorar significativamente la calidad de vida. El tratamiento suele combinar varios enfoques, adaptados a la situación de cada paciente.
Medicamentos para mejorar el movimiento digestivo
Una de las primeras líneas de tratamiento incluye procinéticos, fármacos que estimulan los músculos del estómago e intestinos para facilitar el vaciamiento. Entre los más utilizados se encuentran:
- Metoclopramida: ayuda a que los alimentos pasen con mayor rapidez del estómago al intestino.
- Domperidona: tiene efectos similares, pero con menos impacto en el sistema nervioso central.
- También pueden recetarse antieméticos, para reducir náuseas y vómitos, como la ondansetrón o la proclorperazina
Alimentación: pequeños cambios, grandes mejoras
La dieta juega un papel crucial. Generalmente se recomienda:
- Comer porciones pequeñas y frecuentes.
- Evitar alimentos altos en grasa y fibra, que tardan más en digerirse.
- Preferir preparaciones suaves: purés, sopas, batidos.
En casos severos, puede ser necesaria la nutrición enteral (alimentación por sonda) o parenteral (por vía intravenosa) para garantizar que el cuerpo reciba los nutrientes esenciales.
Abordaje integral y terapias complementarias
Además del tratamiento médico, se recomienda un enfoque integral que incluya:
- Terapias psicológicas, como la terapia cognitivo-conductual, para manejar el estrés y la ansiedad que suelen acompañar estos trastornos.
- Fisioterapia digestiva y técnicas como la estimulación eléctrica gástrica (en casos específicos).
- Apoyo multidisciplinario: con nutricionistas, gastroenterólogos y psicólogos trabajando en conjunto.
Avances y terapias emergentes
La investigación continúa avanzando. Actualmente se exploran nuevos fármacos que actúan sobre receptores específicos del sistema digestivo, así como terapias con estimulación neuromuscular. Aunque muchas de estas alternativas aún están en fase de estudio, ofrecen esperanza para el futuro.
La gastroparesia y la dismotilidad funcional son trastornos que, aunque poco visibles, pueden tener un impacto profundo en la vida de quienes los padecen. El dolor, la fatiga, la incertidumbre y las limitaciones en la alimentación forman parte de una realidad muchas veces incomprendida por el entorno.Por eso, hablar de estas condiciones no solo es necesario desde el punto de vista médico, sino también desde lo humano. Reconocer los síntomas, buscar ayuda especializada y recibir un diagnóstico temprano puede marcar la diferencia en el manejo de la enfermedad y en el bienestar emocional del paciente.
Afortunadamente, hoy en día existen múltiples opciones terapéuticas desde ajustes en la dieta hasta tratamientos farmacológicos y abordajes integrales que permiten recuperar el equilibrio y mejorar la calidad de vida. La clave está en no ignorar los síntomas y comprender que, aunque no se vean, son reales y merecen atención. Cada historia cuenta. Y detrás de cada paciente, hay un cuerpo que pide alivio… y una vida que merece ser vivida con dignidad.
Descargo de responsabilidad
Este artículo tiene fines informativos únicamente y no debe considerarse como un consejo médico. Consulte con su médico u otro proveedor de atención médica calificado.
Referencias
Camilleri, M., Chedid, V., & Carlson, P. (2023). Gastroparesis and functional dyspepsia: Advances in understanding and management. ScienceDirect. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2772572322001716
Norton, C., Camilleri, M., & Rao, S. (2023). Understanding functional gastrointestinal disorders: A guide to diagnosis and management. eGastroenterology, 3(1), e100119. https://egastroenterology.bmj.com/content/3/1/e100119
Shah, E. D., Almario, C. V., & Spiegel, B. M. R. (2023). Treatment approaches for gastroparesis and gastric neuromuscular disorders. Gastroenterology Clinics of North America, 52(2), 267–286. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC10162778/
Sobre la autora
Anabelle Germosén es redactora especializada en temas de salud y medicina.