
MASLD: el nuevo rostro de la enfermedad hepática y la promesa de tratamientos no invasivos
Por: Anabelle Germosén
Es fácil ignorar al hígado. No duele, no se queja, y rara vez pensamos en él hasta que algo falla. Sin embargo, cada vez más personas conviven sin saberlo con una afección silenciosa que avanza lentamente y pone en riesgo su salud: la enfermedad hepática metabólica (MASLD, por sus siglas en inglés). Esta condición, antes conocida como hígado graso no alcohólico (NAFLD), ha cambiado de nombre, pero también de rumbo: hoy se reconoce como un trastorno profundamente vinculado a la obesidad, la diabetes tipo 2 y los desbalances metabólicos.
El nuevo enfoque va mucho más allá de una simple etiqueta. Refleja una mejor comprensión de la enfermedad y abre la puerta a diagnósticos más precisos, tratamientos personalizados y, sobre todo, a estrategias menos invasivas para frenar su progresión. En este artículo exploraremos por qué este cambio es tan importante, qué avances se están aprobando en el campo de los biomarcadores, y cómo las nuevas terapias están revolucionando el manejo de esta silenciosa pero creciente amenaza.
De NAFLD a MASLD: un cambio necesario
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Durante años, el término “hígado graso no alcohólico” (NAFLD, por sus siglas en inglés) se utilizó para describir una condición hepática asociada con la acumulación de grasa en el hígado en personas que no consumen alcohol en exceso. Sin embargo, esta definición resultaba limitada y no reflejaba con precisión la verdadera naturaleza del trastorno. Por esta razón, expertos internacionales propusieron un cambio de nombre que diera mayor protagonismo a los factores metabólicos implicados. Así nació el término MASLD, que significa enfermedad hepática metabólicamente asociada.
Este cambio no es simplemente semántico. El término MASLD reconoce que el problema no radica solo en la grasa acumulada en el hígado, sino en el contexto metabólico en el que se desarrolla. Condiciones como la resistencia a la insulina, la obesidad abdominal, la hipertensión y la dislipidemia son factores centrales en el origen y la progresión de esta enfermedad (Eslam et al., 2023). Al incluirlos como criterios diagnósticos principales, se promueve una identificación más precisa y temprana de los pacientes en riesgo.

Además, la nueva clasificación propone una subcategoría denominada MASH, anteriormente conocida como NASH, que corresponde a los casos en los que ya existe inflamación y daño hepático. Esto permite diferenciar mejor entre una etapa inicial de acumulación de grasa y una fase más avanzada en la que el hígado comienza a deteriorarse (Eslam et al., 2023). Gracias a este cambio, los profesionales de la salud pueden tomar decisiones clínicas más adecuadas y personalizadas.

Diagnóstico moderno: el rol de los biomarcadores
Hacia una detección más temprana y precisa
Uno de los principales desafíos en el abordaje de MASLD es que muchas personas no presentan síntomas en las etapas iniciales. Esto ha llevado a que el diagnóstico, en muchos casos, se retrase hasta que el daño hepático ya es significativo. Ante esta realidad, el desarrollo y aprobación de biomarcadores ha marcado un antes y un después en la forma de detectar la enfermedad.
Los biomarcadores son sustancias que pueden medirse en sangre u otros tejidos y que brindan información sobre el estado del hígado. Su uso permite evaluar el grado de inflamación, fibrosis o daño hepático sin necesidad de recurrir a procedimientos invasivos como la biopsia (Cusi, 2024). Algunos ejemplos incluyen pruebas como el FibroScan, el índice FIB-4 y nuevos marcadores proteicos que están en proceso de validación clínica.
Beneficios del diagnóstico no invasivo
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Apostar por herramientas no invasivas no solo reduce el riesgo para el paciente, sino que también facilita el seguimiento a lo largo del tiempo. Las pruebas basadas en biomarcadores pueden repetirse con regularidad y ofrecen una visión dinámica del estado hepático. Esto permite a los médicos ajustar el tratamiento según la evolución del paciente y anticiparse a complicaciones. Asimismo, estas herramientas mejoran el acceso al diagnóstico en poblaciones con recursos limitados, donde realizar una biopsia hepática puede ser difícil o costoso. Gracias a estos avances, es posible identificar a los pacientes con mayor riesgo de progresión a MASH o cirrosis, y priorizar su tratamiento de manera más eficiente (Anderson et al., 2024).
Más allá del bisturí: tratamientos no invasivos
El nuevo paradigma terapéutico
Durante años, el manejo de la enfermedad hepática metabólica se centraba principalmente en cambios de estilo de vida, como la pérdida de peso y el control de la glucosa. Aunque estas medidas siguen siendo esenciales, hoy se está avanzando hacia un enfoque más integral y personalizado, donde la medicación específica comienza a jugar un papel clave (Loomba et al., 2023). Los tratamientos no invasivos buscan frenar la progresión del daño hepático, mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir la inflamación. A diferencia de las opciones más agresivas, como la cirugía o la biopsia frecuente, estas nuevas terapias permiten actuar de manera más segura y sostenida en el tiempo.
Nuevas moléculas en estudio y estrategias combinadas
En los últimos años, varias moléculas han demostrado resultados prometedores en los ensayos clínicos. Algunas de ellas actúan directamente sobre los receptores hepáticos involucrados en el metabolismo de los lípidos, mientras que otras modulan la inflamación o reducen la fibrosis (Polyzos et al., 2023). Entre los tratamientos emergentes se encuentran los agonistas del receptor FXR, los inhibidores de ACC y los moduladores del PPAR, todos diseñados para atacar distintas vías metabólicas afectadas en MASLD y MASH.
De igual forma, se está evaluando la combinación de fármacos con terapias nutricionales y actividad física supervisada, lo que refuerza el enfoque multidisciplinario. Este modelo de tratamiento ofrece una respuesta más eficaz y sostenible, especialmente en pacientes con obesidad, diabetes tipo 2 u otras condiciones metabólicas asociadas.
Individualización del tratamiento y adherencia a largo plazo
Otro aspecto importante es la personalización del tratamiento según el perfil del paciente. No todas las personas responden igual a los mismos fármacos, y por eso los médicos valoran cada caso de forma integral. Factores como el grado de fibrosis, la presencia de comorbilidades o incluso el acceso a determinados medicamentos influyen en la estrategia terapéutica (Cusi, 2024).
La adherencia al tratamiento también representa un reto. Los especialistas coinciden en que informar al paciente sobre su enfermedad y motivarlo en el proceso terapéutico mejora los resultados a largo plazo. Por eso, la educación continua y el acompañamiento profesional son claves para lograr el éxito clínico.
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La importancia del enfoque integral
Aunque los tratamientos farmacológicos son una herramienta poderosa, no sustituyen la necesidad de un abordaje integral. MASLD no es una condición aislada; se relaciona con múltiples factores del estilo de vida y del estado metabólico del paciente. Por lo tanto, una intervención eficaz debe combinar estrategias médicas con cambios sostenidos en los hábitos diarios.
Uno de los aspectos más relevantes es la modificación de la dieta. Diversos estudios han demostrado que reducir el consumo de azúcares simples, grasas saturadas y alimentos ultraprocesados puede disminuir significativamente la acumulación de grasa en el hígado. En paralelo, seguir un patrón alimentario tipo mediterráneo, rico en frutas, verduras, legumbres, pescado y aceite de oliva, ha mostrado beneficios en la salud hepática y metabólica en general.
La actividad física también desempeña un papel crucial. No es necesario realizar ejercicios de alta intensidad; basta con incorporar rutinas moderadas, como caminar a paso rápido al menos 150 minutos por semana, para reducir los niveles de grasa hepática y mejorar la sensibilidad a la insulina. A esto se suma la importancia de mejorar la calidad del sueño y reducir el estrés crónico, factores que muchas veces se pasan por alto pero que pueden influir negativamente en el metabolismo.
Por otro lado, es fundamental un acompañamiento multidisciplinario. Médicos, nutricionistas, psicólogos y entrenadores pueden trabajar de manera coordinada para guiar al paciente de forma personalizada. Esto no solo aumenta la adherencia al tratamiento, sino que también mejora el bienestar emocional y la calidad de vida.
En virtud con lo anterior, conviene destacar el papel de la educación para la salud. Informar a las personas sobre los riesgos reales de MASLD, sus etapas y posibles complicaciones puede motivar cambios sostenibles y prevenir que el problema avance sin ser detectado. Por último, el seguimiento regular con pruebas no invasivas permite evaluar la evolución del tratamiento y tomar decisiones oportunas. Gracias a los avances actuales, es posible monitorear la salud hepática sin necesidad de someter al paciente a procedimientos incómodos o riesgosos.
Para concluir, la enfermedad hepática metabólica asociada al hígado graso (MASLD), antes conocida como hígado graso no alcohólico, representa un desafío creciente para la salud global. Sin embargo, el cambio de paradigma en su denominación, el desarrollo de biomarcadores no invasivos y el enfoque multidisciplinario están transformando la forma en que se detecta, comprende y trata esta condición.Gracias a los avances recientes, los pacientes cuentan hoy con más herramientas para prevenir la progresión hacia formas graves como NASH o cirrosis.
La medicina está apostando por intervenciones personalizadas que integren cambios en el estilo de vida, tratamientos farmacológicos innovadores y un seguimiento clínico cuidadoso. Todo esto, sin dejar de lado la importancia del acompañamiento emocional y educativo en el proceso terapéutico. Con información clara y accesible, una buena orientación profesional y una actitud proactiva por parte del paciente, es posible mejorar la calidad de vida y frenar el avance de esta enfermedad silenciosa. El futuro del manejo de MASLD se vislumbra más humano, eficaz y centrado en el bienestar integral de quienes la padecen.
Descargo de responsabilidad
Este artículo tiene fines informativos únicamente y no debe considerarse como un consejo médico. Consulte con su médico u otro proveedor de atención médica calificado.
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Referencias
Francque, S., Vonghia, L., & Bugianesi, E. (2023). From NAFLD to MASLD: A new era for liver disease nomenclature and clinical care. ScienceDirect. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1262363623000885
Lomonaco, R., Watt, K. D., & Cusi, K. (2023). Biomarkers and imaging tools for MASLD/NASH diagnosis. PMC. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC10824973/
Tsochatzis, E. A., Newsome, P. N., & Anstee, Q. M. (2024). Emerging non-invasive biomarkers in the diagnosis and staging of metabolic-associated fatty liver disease. Springer. https://link.springer.com/article/10.1007/s13679-024-00574-z
Newsome, P. N., Ratziu, V., & Loomba, R. (2024). Treatment options and continuity of care in MASLD. European Cardiology Review. https://www.ecrjournal.com/articles/treatment-options-and-continuity-care-metabolic-associated-fatty-liver-disease
Cusi, K., et al. (2024). Clinical implications of MASLD: New therapies and patient outcomes. Wiley Online Library. https://dom-pubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/dom.16496
Sobre la autora
Anabelle Germosén es redactora especializada en temas de salud y medicina.